Al conmemorar el fallecimiento del difunto SM Mohammed V, líder del nacionalismo marroquí, (fallecido el 10 de Ramadán del año 1380 de la Hégira que cooresponde al 26 de febrero de 1961), los marroquíes perpetúan un acto de fidelidad y apego renovado a la memoria del difunto Soberano.
El difunto SM Mohammed V había dedicado toda su vida a la liberación del país, haciendo todos los sacrificios, incluido el exilio que le había sido obligado en compañía de la Familia real.
Su desaparición, pocos años después del acceso del Reino a la independencia al término de una lucha encarnizada para liberar la patria del yugo del colonialismo, fue una pérdida para Marruecos y para todos los movimientos de resistencia y liberación que la consideraban como un símbolo del combate del pueblo para la independencia, la dignidad y el progreso.
A lo largo de su combate contra el colonialismo, el difunto SM Mohammed V realizaba su acción en concertación permanente con el movimiento nacional, manifestando una preocupación constante de consolidar y estrechar las filas de todos los componentes de la resistencia.
Sus posiciones heroicas para la libertad y la Independencia le valieron al difunto Soberano, en agosto de 1953, el exilio a Córcega y luego a Antsirabé y a Madagascar, así como la hostilidad de los medios colonialistas.
El Padre de la nación había preferido el sacrificio y El exilio, oponiéndose categóricamente a ceder la soberanía nacional, rechazando cualquier regateo con las autoridades del protectorado. El pueblo marroquí, una vez más, respondió presente, cuando luchaba por la vuelta del exilio de Su Rey legítimo y símbolo de la soberanía nacional.
El 16 de noviembre de 1955, el difunto SM Mohammed V se reintegró al Reino. Una vuelta que representaba el final de la era colonial.
El difunto Soberano había puesto fin al régimen de ocupación como había inaugurado la gran era de libertad que Sus dignos sucesores, el difunto SM Hassan II y SM el Rey Mohammed VI, la consolidaron.
En la actualidad, SM el Rey Mohammed VI, digno sucesor del difunto SM Hassan II, comprometió Marruecos en una nueva era sentando las bases de una economía moderna y competitiva y abriendo una amplia obra de reformas destinadas a modernizar el país y consagrar los valores de democracia y ciudadanía.