"Es una manera de restar responsabilidad a los titulares del poder de decidir, de desviar la atención de los líderes políticos, de crear un sentimiento de miedo y duda que lleva a un comportamiento conservador y al statu quo", explicó la investigadora en una entrevista con el diario argelino "Tout sur l'Algérie" (TSA).
La misma destacó que se trata de una retórica clásica y redundante, explicando que cada vez que los regímenes que carecían de legitimidad interna se enfrentaban a tensiones internas imposibles de manejar con los instrumentos convencionales, recurren al complot del exterior.
"El problema con esta estrategia de comunicación es que cuanto más se abusa de ella, menos eficaz es", estimó.
Volviendo a la situación de los derechos humanos en este país magrebí, Hamadouche destacó que la evaluación fue realizada por las organizaciones argelinas de defensa de los derechos humanos, los abogados, las instancias internacionales, los colectivos, los medios de comunicación, los partidos políticos y las propias víctimas.
Se registran regularmente, entre otras cosas, detenciones, citaciones, procedimientos no conformes a la ley, excesos, censura, lamentó la politóloga, sosteniendo que en Argelia no se permite a la oposición reunirse y que los medios de comunicación públicos se limitan en un discurso uniforme más cercano a la propaganda que a la información.
"No por ello van a detener el levantamiento popular o impedir que se reanuden las marchas", explicó Hamadouche, estimando que "aparte de las manifestaciones callejeras, el Hirak no se detuvo porque la mayoría de sus reivindicaciones no sólo no se hicieron realidad, sino que su legitimidad se vio reforzada.